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'UN PEUPLE ET SON ROI'

  • Acrimonious00
  • 23 jun 2019
  • 3 Min. de lectura

El 5 de abril de 2019 se estrenó en España la nueva película dirigida por el francés Pierre Schoeller (‘L'exercice de l'Etat’) y protagonizada por Adèle Haenel y Gaspard Ulliel, entre otros.

Il n'y a pas deux manières d'être libre: il faut l'être entièrement ou redevenir esclave.

Se trata de ‘Un peuple et son roi’, un drama histórico ambientado y centrado en la Revolución francesa (1789-1799) que narra los acontecimientos desde tres puntos de vista diferentes: el monarca, los ciudadanos de a pie y los políticos; teniendo como punto de encuentro, la mayoría de las veces, la recién inaugurada Asamblea Nacional.


Si bien es verdad que, a lo largo de la historia del cine francés, la 'Gran Revolución’ es un tema que se ha tratado ya en numerosas ocasiones; también podemos coincidir en que, en su mayoría, estos intentos han tendido a centrarse y partir de fragmentos, episodios o personajes relativamente concretos.


Schoeller nos presenta un proyecto mucho más ambicioso, pretendiendo abarcar desde el día en que tiene lugar la toma de la Bastilla (14 de julio de 1789), hasta que Louis XVI es finalmente ejecutado en la guillotina (21 de enero de 1793).

Un periodo, tal vez, demasiado amplio, demasiado convulso y cargado de acontecimientos, como para ser retratado con éxito en los escasos 121 minutos que dura el film; máxime si tenemos en cuenta que son nada menos que tres perspectivas diferentes las que pretende entrelazar.


Consecuencia directa de ello es un guión incompleto, con diálogos excesivamente densos e interminables discursos políticos, que fracasa a la hora de proporcionar a muchos personajes la profundidad que requieren. Así, la mayoría son presentados de manera superficial, desordenada y no demasiado coherente; perdiendo credibilidad e interés, y limitando la empatía que podrían y deberían despertar en el público.

Dans la République, le sang d'un roi porte chance.

A pesar de las dificultades, la coproducción franco-belga cuenta, a su favor, con que, al tratar un tema tan popular y conocido, puede dar por hecho que, muy probablemente, el espectador posea, de antemano, unos mínimos conocimientos generales sobre este período histórico; lo que posibilita obviar parte de la información, o pasar por ella de una forma más acelerada.


Sea como sea, la idea de Schoeller de mezclar la perspectiva política y la popular, otorgando especial importancia, fuerza y protagonismo a los personajes femeninos, triunfa en captar la atención del público y en diferenciar su cinta de las muchas que han tratado previamente la misma temática.


Independientemente de su contenido, la calidad estética de la obra es innegable y le ha valido una nominación a mejor diseño de producción y vestuario en los Premios César 2018, con impresionantes alardes de puesta en escena y una cuidada dirección de fotografía a cargo de Julien Hirsch.


Cabe destacar, no solo la brillantez estética, sino también la maravillosa carga simbólica y metafórica de escenas como el retiro de los ladrillos de la torre para que el sol llegue a las calles tras la toma de la Bastilla; o la escena final que compara la fragilidad del oficio de vidriero con la de la monarquía, el nuevo régimen, y la política en general.

Bourreau ne tremble pas, l'univers te regarde.

Otro de los pilares fundamentales que sostienen y sacan adelante el proyecto son las demoledoras e inapelables interpretaciones del elenco, sobresaliendo por encima de una muy buena media figuras como Louis Garrel (Robespierre), Denis Lavant (Marat) o Adèle Haenel (Françoise).


¿El resultado final? Un largometraje riguroso, recomendable para aquellos que estén dispuestos a soportar una película con momentos quizás excesivamente densos, en favor del aprendizaje y la pasión por la historia contemporánea.

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