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'HABER VIVIDO'

  • Acrimonious00
  • 10 sept 2019
  • 2 Min. de lectura

¿Sabes cuándo ves a alguien que tiene pinta de haber vivido?

Quiero decir, es una tontería. Todo el mundo ha vivido.


Pero, en fin, ya sabes a lo que me refiero.

No sabría cómo describirlo.

Foto por Pablo Jimeno.

Bueno, pues esa chica había vivido, tenía pinta de haber vivido.


Se sentó frente a mí en el metro, en la línea 6.

En seguida me llamó la atención, y no pude evitar quedarme mirándola atentamente.

Se subió en O'Donnell y yo me tenía que bajar en Avenida de América, tiempo de sobra para fijarme en cada detalle.


Lo primero que me despertó del clásico estado de ensoñamiento en el que la mayoría permanecemos inmersos durante nuestros trayectos en el metro de Madrid, fueron sus pies, eran bonitos de una forma extraña. Estaban realmente destrozados, torcidos y cubiertos de durezas, deberían haber resultado desagradables de mirar, pero por alguna razón no lo eran en absoluto.


Mi mirada recorrió sus morenas piernas, surcadas de pequeños arañazos y blanquecinas cicatrices hasta llegar a sus manos, con los dedos entrelazados y apoyadas sobre las rodillas.

Se mordía las uñas y tenía un oscuro cardenal bajo la del dedo pulgar de la mano izquierda, seguramente fruto de algún golpe relativamente reciente.


Seguí subiendo hasta su marcada clavícula y me detuve en su colgante: una sola pieza metálica circular que brillaba con cada reflejo destacando sobre su oscura piel.

Llevaba el pelo largo recogido en un desordenado moño, lo que resaltaba su mandíbula y sus huesudos pómulos.


Sus labios eran finos y estaban tensos y costrosos, como si fueran a romperse con cualquier movimiento demasiado brusco.

Sus ojos, de un verde grisáceo, estaban enmarcados por las arrugas de las comisuras y unas profundas ojeras.

Su nariz era pequeña y afilada, al igual que sus orejas, cargadas con numerosos y diversos pendientes.


No me habría atrevido a intentar adivinar su edad.


Me miró y, cómo si supiera exactamente lo que estaba pensando, me sonrió despacio. Sus labios de tensaron aún más.


Me pilló desprevenido y casi me paso la parada, me levanté a toda prisa y salí justo a tiempo para sentir cómo las puertas se cerraban a mis espaldas.

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